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Nota previa:
Este trabajo puede pretender cierta trascendencia judicial de la Ontología Fundamental, al menos, en dos casos concretos:

1.- El yogur (que para muchos no lo es) de marca Pascual, sobre lo que se recomienda peritación.
2.- El partido político del que se dice que es banda armada. Sobre este punto, debe haber prudencia.

Ambos casos se consideran sensibles desafíos para la Ontología aplicada a la práctica forense, y se agradecerán propuestas, sugerencias y referencias que permitan profundizar y ampliar en este sentido, con nuevos casos y más campos de aplicación.

Comentario del texto: "- Por tanto, ¿reconocemos que, cuando uno al ver algo piensa: lo que ahora yo veo pretende ser como algún otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, necesariamente el que piensa esto tuvo que haber logrado ver antes aquello a lo que dice que esto se asemeja, y le resulta inferior.

    - Necesariamente." (PLATÓN, Fedón, 74 e)

Si hay que responder a la pregunta, la diferencia entre lo necesario, y lo suficiente, tiene relevancia, porque siendo lo suficiente más que lo necesario, no todo, ni siempre, ni en cualquier caso, lo que es necesario resulta suficiente, necesariamente. Ésta es la respuesta más breve que puede darse: "no es suficiente".

Parece prudente empezar a comentar aquí a Platón recordando cómo Aristóteles planteaba la reminiscencia en sus obras ("Acerca de la Memoria" detalla los mecanismos de la evocación por lo que está próximo o es contiguo, o por su contraste y semajanza siendo estos dos últimos los más relacionados, a mi juicio, con este texto de Platón) y mereciendo mayor atención ontológica aún por las consideraciones aristotélicas al todo, la(s) parte (s), lo perfecto o completo , y lo mutilado en Metafísica (capítulo V) porque cuando un objeto real carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, podemos encontrarnos, "viendo lo que falta", con un defecto o carencia original, o con una mutilación, pero también, en muchas ocasiones bien reconocibles íntimamente, podemos encontrarnos con "lo que sobra" y nos extraña, porque de la misma manera que Platón nos propone evocar lo que falta desde nuestro concepto "ideal" de algo, podría ser interesante contemplar, también por semejanza y contraste, lo que sobra en muchas cosas. Por ejemplo, se me ocurre el conocido y muy publicitado caso de un mal llamado yogur al que puede parecer le falta algo (precisamente el elemento vivo del yogur) y, en mi opinión, lo que parece más preciso es que le sobra un tratamiento industrial que, en rigor, le hace perder la propia condición de yogur, o lo que hace que un yogur sea precisamente eso, un yogur. No siempre está claro si algo falta, o sobra, para ser lo que se pretende ser, o para que pueda ser debidamente llamado como se pretende.

Desde esta primera perspectiva sobre lo que puede faltar o sobrar, (re)surgen conceptos platónicos clásicos, e incluso otros puramente técnicos e instrumentales (aunque también hay mucha filosofía en la inteligencia artificial aplicada a la identificación sistemática pese a defectos o excesos y el "control de calidad" o en la accidentología, entre otras materias aparentemente alejadas de la Ontología), que pueden conducirnos a "metaconceptos " como el que se señala en "lo que falta en lo que falta ", como también podría hacerse con "lo que sobra en lo que sobra", al ser comparado con un "modelo ideal" (no es, o al menos pretende no ser aquí una redundancia el término complejo "modelo ideal", sino una precisión, porque hay ciertos modelos, conceptos o cosas, e incluso personas a las que se denomina modelos, que pueden tener muy poco de ideales), haciendo que nos ocupe aquí mucho lo mismo que ha de preocupar fuera de aquí. En cierta manera, mirándonos a nosotros mismos, y lo que hacemos aquí y ahora, podemos reconocer que toda formación se orienta a superar carencias, y el estudio de aquello de lo que se carece es, no puede dejar de ser, uno de los objetivos permanentes del ser humano. Estudiar es, en mi opinión, un íntimo acto de reconocimiento de aquello de lo que se carece para ser algo más, y que hay que empezar a buscar, precisamente, en el interior de uno mismo.

El defecto, o el exceso, precisamente en nosotros mismos, o en quien por nosotros debe detectar defectos, o el "metadefecto", y excesos, o el "metaexceso" puede dificultar el darse cuenta de "lo que falta en lo que falta", o lo que "sobra en lo que sobra". Pongamos un ejemplo más: si estamos tomando la decisión de comprar un coche de segunda mano del que somos conscientes de que puede tener algunos defectos e incluso el vendedor reconoce que le faltan algunas cosas (el sistema de aire acondicionado necesita que se le recargue el circuito, o no tiene algún accesorio embellecedor), pero lo que nos importa no es lo accesorio, sino que lo que depende de nosotros, la lista de defectos, sea lo mejor, por lo útil y completa (no es lo mismo aquí útil que completa, porque si perdemos mucho tiempo en detalles inútiles, no podremos negociar bien el precio y condiciones de pago, y podemos perder la oportunidad) que pueda ser. Así, en este ejemplo, todo el que ha comprado un coche de segunda mano recordará (en el mismísimo sentido que para el platonismo tiene la palabra recordar cuando se dice que "El conocimiento previo de las ideas es necesario para que percibamos las cosas"). Quien nunca haya comprado un coche de segunda mano tendrá que hacer un mayor esfuerzo de imaginación que de memoria para comprender lo que quiero señalar como "aquello de lo que carece una lista de defectos" haciéndola también defectuosa en sí. El pragmatismo y la responsabilidad alerta sobre cualquier defectuosa lista de defectos. En el ejercicio de muchas responsabilidades, al menos, debemos intentar encontrar los defectos más importantes de la lista de defectos.

¿Cómo puede saberse si una lista de defectos es completa, o carece de algo como listado de cuanto se carece? La técnica proporciona métodos de inspección, pero el problema fundamental es, no puede dejar de ser, metafísico.

Una vez tratado preliminarmente ese "carecer de algo", se destacan dos partes del texto:
  1. "lo que ahora yo veo pretende ser como algún otro de los objetos reales..." atribuye intencionalidad a lo que "yo veo", y sea lo que sea lo que "yo veo", es muy discutible que ni Platón, ni Sócrates, ni yo mismo, podamos percibir las "pretensiones" de lo que puede verse, sino sólo lo que podemos pretender ver. Lo que sí que podemos suponer, no sin ciertas cautelas, es lo que pretende Platón con esa expresión, tanto si se trata de una sutil forma de hablar (que en Platón casi siempre tienen doble o triple fondo), como si pensamos, por ejemplo, en una intencionada falsificación o simulación con pretensión de apariencia que, efectivamente, pueda pretender, más que ninguna otra cosa, parecer ser algo que no es, aunque se le asemeje, o se pretenda que se asemeje.
  2. La palabra "antes" de la frase "haber logrado ver antes aquello a lo que dice que se asemeja" parece referirse, no sin cierta polémica filológica, a algo que está más en nosotros que en el texto. Esa visión previa, o percepción de "lo inferior", abre todo un mundo de posibilidades interpretativas que condicionan la lectura y el comentario de este texto. Lo que es antes, o lo que es primero, y más aún cuando está en el entendimiento, condiciona priorizando la interpretación ontológica de la teoría de las ideas de Platón.
Pueden proponerse diverses planteamientos filosóficos sobre el "carecer" del que habla, y hace hablar, Platón. Desde el formalismo con pretensiones de objetivación, el materialismo o el realismo de muy diversos discursos, hay una progresión idealista e idealizada, porque al menos se reconoce que lo que se lee aquí hace pensar en la idea de lo que Platón señala, y el pensar sobre este pensar lleva a pensar en ideales y en el idealismo. Desde este planteamiento, puede entenderse como inferior, o incluso como malo, lo que carece de algo, y por la misma lógica, puede hablarse de una metafísica del mal, o de la inferioridad, por el estudio de las carencias de cada cosa, de manera que lo malo es carecer de aquello que hace bueno, no inferior, o mejor aún, superior, sin que ello suponga renunciar a la siempre polémica de lo que cada cosa es, y lo que hace inferior o superior a cada cosa respecto a otra, o accidentalmente, respecto a sí misma, antes o después.

Pero Platón no habla explícitamente en este fragmento de ideales, ni de un modelo ideal, sino sólo de objetos reales que carecen de algo para "pretender ser" como otros, y que por esa carencia pueden considerarse inferiores. Hay que retener nuestro pensamiento para no ir más allá de lo que se pueda pretender que se comente al respecto.

Lo que puede verse ahora, y lo que se ha visto antes, si ofrece alguna relación de semejanza, puede producir una evocación o reminiscencia en el pensamiento. Cuando eso se produce, el pensamiento puede obedecer (aunque más bien parece que lo que manda es el pensamiento, siendo muy discutible la relación de obediencia y mando en cualquier pensamiento) a una(s) cierta(s) lógica(s), evidente(s), pero efectivamente, difícil de verbalizar a menos que se recurra a ejemplos concretos. Veamos alguno.

Si a cualquier palabra le falta una letra, o a una frase le falta una palabra (por supuesto, también podemos considerar el caso en el que sobre una letra o una palabra), todavía podemos reconocer lo que se pretende decir, por su contexto, detectando lo que falta y suponiendo lo que se pretendía decir, es decir, corrigiendo el lector, o el corrector ortográfico, la errata. Este proceso de evocación y reconocimiento se complica, por ejemplo, en las traducciónes, existiendo una sofisticada "heurística de la traducción" que comprende bien quien ha de corregir sus propias traducciones, buscando una inalcanzable perfección metalinguística.

Los ordenadores y las comunicaciones digitales sistemáticamente utilizan códigos de detección (como el de control de paridad) y otros mucho más complejos (Hamming, BCH, Reed-Solomon, Goppa, etc.) para la corrección automática de errores en la transmisión de información. El realismo objetivo de estos sistemas binarios permite estudiar, exactamente, lo que carece de algo y no consigue ser tal como aquél en entornos informáticos. Parece interesante recordar aquí lo que se estudia sobre técnicas de detección y corrección automática de errores en la teoría "matemática" de la información y codificación digital, ahora desde una perspectiva platónica, aunque éste tampoco sea un punto y momento para extenderse más sobre ello. Baste decir, provisionalmente, que la detección y corrección automática de errores en automática y en inteligencia artificial puede y debe ser un campo de aplicación de la ontología que aquí se estudia.

Con mayor nivel de abstracción podemos relacionar con el texto de Platón al control de calidad cuyos fundamentos no pueden dejar de tener una inspiración metafísica, y cuyas técnicas permiten evidenciar lo que pretende ser como algún otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior. Puede teorizarse mucho sobre el control de calidad leyendo y releyendo estas palabras. Algunas actividades industriales pueden tener mucho más contenido metafísico, del que puede parecer a quien no las conoce, y por supuesto, a quien no entiende mínimamente de Ontología. El control de calidad, sin duda, es una de ellas. Otra cuestión es qué puede hacer la Ontología por la calidad, especialmente desde la perspectiva y la aspiración de la "teoría de la calidad ".

Un paso más allá, en el siempre difícil campo de las pretensiones e intenciones, cabe hablar de fraude cuando se nos ofrece algo que parece que es una cosa, pero a la que le falta algo, más o menos esencial, para serlo efectivamente. El fraude no siempre es fácil de diferenciar del error, o del natural deterioro accidental de las cosas. El fraude está mucho más en el pensamiento del que defrauda, que en las cosas con las que defrauda. Supongo que Platón no pretendía llegar a una interpretación criminológica de lo que pretende ser como algún otro de los objetos reales pero sí que me parece a mí que pueda, e incluso deba meditarse sobre esta idea platónica al diseñar, y especialmente al proteger jurídicamente una marca, porque en el mundo actual muchas veces nos encontramos con objetos idénticos que sólo se diferencian en su marca, a veces muy bien imitada. Incluso es posible que los objetos sean físicamente indiscernibles, incluso para el propietario de la marca, y que sean necesarias técnicas muy sofisticadas para diferenciar el falso del legítimo. Un caso que viene a mi mente es el de los billetes falsos que se pusieron en circulación en Argentina hace unos 10 años, y que como habían sido hechos con las mismas máquinas y el mismo papel de los auténticos, pese a tener duplicados sus números de serie, era imposible distinguirlos, y tuvieron que ser reconocidos como de curso legal.

Finalmente, quiero apuntar la relación y la frontera existente, la reconozcamos o no, entre la diferencia esencial, y la accidental, porque lo que carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, puede ser en unos casos esencialmente diferente de aquél, y en otros accidentalmente. Volviendo al capítulo V de la Metafísica de Aristóteles, en el que se definen muchos conceptos ontológicos, lo falso, en cualquiera de sus sentidos, no es accidental. Insisto en este punto porque me interesa la lógica y la prueba del fraude, por ejemplo, en las marcas comerciales y en cualquier tipo de propiedad industrial o intelectual, y creo que el texto de Platón está en el centro de la más polémica interpretación actual de lo que es, y de lo que puede parecer que sea algo de valor, en nuestra sociedad.

Entre las referencias de otros trabajos míos que pueden  tener relación con lo que plantea el texto de Platón puede verse EL ENTE POR ACCIDENTE en Aristóteles para las prácticas de esta asignatura en
 http://www.cita.es/filosofar/accidente
Y como trabajos y propuestas técnicas en calidad e identificación
"Certificación aplicada a la calidad" en http://www.cita.es/certifica
y "Una nueva teoría de marcas" en http://www.cita.es/marca
Hay abierta una línea de investigación en heurística forense, para buscar "lo que falta", como puede verse en las páginas http://www.cita.es/buscar y http://www.cita.es/buscando


Miguel Ángel Gallardo, Tel.: 619776475, E-mail: miguel@cita.es