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Buscando con inteligencia
Un nuevo servicio heurístico y pericial con un contrato para encontrar
por Miguel Angel Gallardo Ortiz, Criminólogo e Ingeniero, E-mail: miguel@cita.es
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Nadie puede vivir sin buscar algo, lo que sea, pero todos sabemos bien que siempre buscamos algo. Alguna de esas búsquedas pueden hacerlas otros por nosotros (quien tiene poder y dinero tiene mucha más capacidad de buscar, o "potencia heurística" con la que se encuentra más poder y más dinero, y así sucesivamente), pero el gran problema de la búsqueda profesional es el contrato de búsqueda o como aquí lo vamos definir, el contrato heurístico . Si conseguimos ponernos de acuerdo en lo que buscamos, en cómo buscarlo, y en qué obtiene el que encuentra lo que se busca, con cierta seguridad de que se cumple lo que se pacta al iniciar la búsqueda, estamos convencidos de que se encontrarían más cosas, y se perderían menos (nadie en su sano juicio sustrae nada a quien sabe que acabará encontrando lo que busca y descubriendo a quien se lo haya sustraído). La búsqueda no sólo sirve para recuperar lo perdido, sino que también proporciona cierta seguridad futura y, a veces, grandes satisfacciones.

El contrato de búsqueda que proponemos es muy flexible, pues sólo pretende definir unas condiciones generales para contratar un nuevo servicio de búsqueda profesional con heurística avanzada. La heurística no es tanto el arte de buscar, como el arte de encontrar, porque hay que distinguir bien las intenciones de los resultados, y el método del servicio, cuando nos ponemos a buscar, o a contratar para que alguien busque por nosotros. Los funcionarios que dependen de los políticos, y muchos empleados que dependen de empresarios inteligentes, básicamente lo que hacen a cambio de un sueldo es buscar, y sólo buscar. La gran preocupación de políticos y empresarios está en cómo motivar a los funcionarios o empleados que buscan para ellos, y en cómo controlar la información sobre lo que se encuentra, y sobre cómo se ha buscado. En definitiva, estamos perfilando, aquí y así, el DERECHO A BUSCAR, o DERECHO HEURÍSTICO .

Una vez conocidos nuestros derechos (que siempre van necesariamente asociados a obligaciones y responsabilidades), hay que modelizar matemáticamente la búsqueda. Existe todo un arsenal matemático para plantear búsquedas, y afortunadamente, hay también gran cantidad de instrumentos, medios y métodos de gran complejidad tecnológica que pueden tener cierta utilidad heurística. Pero también el escenario y las relaciones de sujetos y objetos se complican cuando se acepta el desafío de buscar.

Antes de hablar de derechos heurísticos, o de las matemáticas y la tecnología para plantear búsquedas, o de "desafíos heurísticos" conviene tener presente un poco de filosofía. porque si hay algo filosófico que puede ser aplicable al mundo real, es la heurística. Siempre hay algo que merece la pena buscar, y para eso estamos nosotros aquí.

1.- Introducción (muy) general a la heurística aplicada

La palabra "heurística" tiene sus raíces en el encuentro (recordemos el famoso ¡Eureka! de Arquímedes), y no tanto en la búsqueda en sí. Lo realmente importante, lo único verdaderamente importante y real, es lo que se encuentra, y no lo que se busca. Y como no podría ser de otra manera, también hay perversiones heurísticas y búsquedas patológicas de muy diversos tipos (estafas o fraudes, y delirios, obsesiones monomaníacas, paranoias, etc). Es decir, que para saber lo que se debe hacer heurísticamente bien, también hay que ser consciente de lo que no se debe hacer, y por qué no se debe hacer mal.

La peor búsqueda es la que carece de lógica. Buscar es, no puede dejar de ser, una forma de saber, y sólo hay tres maneras esenciales de saber: definir, dividir y argumentar. Por lo tanto, las buenas definiciones, con tanto rigor lógico como sea posible, las divisiones más adecuadas para buscar por partes, y los argumentos convertidos en cálculos matemáticos para optimizar las probabilidades de encontrar por la administración de la "potencia heurística", forman parte de nuestro ideal, aquí y ahora.

La Ontología iniciada por Parménides, Platón y Aristóteles en su Metafísica apuntan conceptos que sirven para saber lo que se puede buscar, y no que no. En los Diálogos de Platón Sócrates trata en varias ocasiones de "lo que falta" (ver Fedón y el comentario publicado en http://www.cita.es/filosofar/carece ) y la Metafísica de Aristóteles también se ocupa de "la privación" y "el tener" (Capítulos 22 y 23 del Libro V, Metafísica), y en la filosofía posterior hay incontables referencias heurísticas, algunas de ellas extraordinariamente sugerentes. Los que buscamos necesitamos la filosofía tanto como la filosofía necesita a los que buscamos. Pero no nos perdamos antes de empezar a buscar. Hablemos de lo que se busca.

2.- Palabras y linguística para buscar. Problemas del lenguaje heurístico y sus soluciones

El primer gran problema de la heurística está en la descripción de lo que no se puede ver, o en la definición de lo que no se conoce. En ciertas circunstancias y en determinados contextos, la palabra búsqueda puede llegar a ser sinónimo de investigación, puesto que buscar, en muchos casos, es investigar, y para investigar, siempre hay que buscar algo.

Es fácil mostrar lo que se tiene delante, definir lo que se conoce bien, y también hacer que se visualice lo que se puede describir, incluso con imágenes, medidas, composición, estructura, propiedades y atributos detallados con precisión y eficacia para su identificación. Sin embargo, lo más difícil es hacer que alguien visualice lo que no está delante, definir lo desconocido y describir lo que nadie ha visto. En esa dificultad reside el primer mérito heurístico, porque el primer ¡Eureka! ya puede decirse cuando conseguimos que alguien competente comprenda por qué buscamos, y qué se busca, exactamente.

Lo que buscamos, en principio, sólo está en la cabeza de quien busca, y es de ahí de donde debe partir la ingeniería heurística. Muchos hallazgos de cosas que se buscaban en cualquier sitio han empezado, precisamente, por reordenar ideas, recuerdos, imágenes y secuencias de hechos hasta descubrir que sabíamos perfectamente dónde estaba lo que buscábamos, pero no nos acordábamos.

¡Eureka! La traducción como un descubrimiento pragmático, por Dinda L. Gorlée
http://www.unav.es/gep/AF/Gorlee.html