Nadie puede vivir sin buscar algo, lo que sea, pero todos
sabemos bien que siempre buscamos algo. Alguna de esas búsquedas pueden
hacerlas otros por nosotros (quien tiene poder y dinero tiene mucha más
capacidad de buscar, o "potencia heurística" con la que se encuentra
más poder y más dinero, y así sucesivamente), pero el
gran problema de la búsqueda profesional es el
contrato de búsqueda
o como aquí lo vamos definir,
el contrato heurístico
. Si conseguimos ponernos de acuerdo en
lo que buscamos, en
cómo buscarlo, y en qué obtiene el que encuentra
lo que se busca, con cierta seguridad de que se cumple lo que se pacta al
iniciar la búsqueda, estamos convencidos de que
se encontrarían
más cosas, y
se perderían menos (nadie
en su sano juicio sustrae nada a quien sabe que acabará encontrando
lo que busca y descubriendo a quien se lo haya sustraído). La búsqueda
no sólo sirve para recuperar lo perdido, sino que también proporciona
cierta seguridad futura y, a veces, grandes satisfacciones.
El contrato de búsqueda que proponemos es muy flexible, pues sólo
pretende definir unas condiciones generales para contratar un nuevo servicio
de búsqueda profesional con heurística avanzada. La heurística
no es tanto el arte de buscar, como el arte de encontrar, porque hay que distinguir
bien las intenciones de los resultados, y el método del servicio,
cuando nos ponemos a buscar, o a contratar para que alguien busque por nosotros.
Los funcionarios que dependen de los políticos, y muchos empleados
que dependen de empresarios inteligentes, básicamente lo que hacen
a cambio de un sueldo es buscar, y sólo buscar. La gran preocupación
de políticos y empresarios está en cómo motivar a los
funcionarios o empleados que buscan para ellos, y en cómo controlar
la información sobre lo que se encuentra, y sobre cómo se ha
buscado. En definitiva, estamos perfilando, aquí y así, el
DERECHO A BUSCAR, o
DERECHO HEURÍSTICO
.
Una vez conocidos nuestros derechos (que siempre van necesariamente asociados
a obligaciones y responsabilidades), hay que modelizar matemáticamente
la búsqueda. Existe todo un arsenal matemático para plantear
búsquedas, y afortunadamente, hay también gran cantidad de instrumentos,
medios y métodos de gran complejidad tecnológica que pueden
tener cierta utilidad heurística. Pero también el escenario
y las relaciones de sujetos y objetos se complican cuando se acepta
el desafío de buscar.
Antes de hablar de derechos heurísticos, o de las matemáticas
y la tecnología para plantear búsquedas, o de "
desafíos
heurísticos" conviene tener presente un poco de filosofía.
porque si hay algo filosófico que puede ser aplicable al mundo real,
es la heurística. Siempre hay algo que merece la pena buscar, y
para eso estamos nosotros aquí.
1.- Introducción (muy) general a la heurística aplicada
La palabra "heurística" tiene sus raíces en el encuentro (recordemos
el famoso ¡Eureka! de Arquímedes), y no tanto en la búsqueda
en sí. Lo realmente importante, lo único verdaderamente importante
y real, es
lo que se encuentra, y no lo que se busca. Y como
no podría ser de otra manera, también hay perversiones heurísticas
y búsquedas patológicas de muy diversos tipos (estafas o fraudes,
y delirios, obsesiones monomaníacas, paranoias, etc). Es decir, que
para saber lo que se debe hacer heurísticamente bien, también
hay que ser consciente de lo que no se debe hacer, y por qué no se
debe hacer mal.
La peor búsqueda es la que carece de lógica. Buscar es, no
puede dejar de ser, una forma de saber, y sólo hay tres maneras esenciales
de saber: definir, dividir y argumentar. Por lo tanto, las buenas definiciones,
con tanto rigor lógico como sea posible, las divisiones más
adecuadas para buscar por partes, y los argumentos convertidos en cálculos
matemáticos para optimizar las probabilidades de encontrar por la administración
de la "
potencia heurística", forman parte de nuestro
ideal, aquí y ahora.
La Ontología iniciada por Parménides, Platón y Aristóteles
en su Metafísica apuntan conceptos que sirven para saber lo que se
puede buscar, y no que no. En los Diálogos de Platón Sócrates
trata en varias ocasiones de "lo que falta" (ver Fedón y el comentario
publicado en
http://www.cita.es/filosofar/carece
) y la Metafísica de Aristóteles también se ocupa de
"la privación" y "el tener" (Capítulos 22 y 23 del Libro V,
Metafísica), y en la filosofía posterior hay incontables referencias
heurísticas, algunas de ellas extraordinariamente sugerentes. Los que
buscamos necesitamos la filosofía tanto como la filosofía necesita
a los que buscamos. Pero no nos perdamos antes de empezar a buscar. Hablemos
de lo que se busca.
2.- Palabras y linguística para buscar. Problemas del lenguaje
heurístico y sus soluciones
El primer gran problema de la heurística está en la descripción
de lo que no se puede ver, o en la definición de lo que no se conoce.
En ciertas circunstancias y en determinados contextos, la palabra búsqueda
puede llegar a ser sinónimo de investigación, puesto que buscar,
en muchos casos, es investigar, y para investigar, siempre hay que buscar
algo.
Es fácil mostrar lo que se tiene delante, definir lo que se conoce
bien, y también hacer que se visualice lo que se puede describir, incluso
con imágenes, medidas, composición, estructura, propiedades
y atributos detallados con precisión y eficacia para su identificación.
Sin embargo, lo más difícil es hacer que alguien visualice lo
que no está delante, definir lo desconocido y describir lo que nadie
ha visto. En esa dificultad reside el primer mérito heurístico,
porque el primer ¡Eureka! ya puede decirse cuando conseguimos que alguien
competente comprenda por qué buscamos, y qué se busca, exactamente.
Lo que buscamos, en principio, sólo está en la cabeza de quien
busca, y es de ahí de donde debe partir la ingeniería heurística.
Muchos hallazgos de cosas que se buscaban en cualquier sitio han empezado,
precisamente, por reordenar ideas, recuerdos, imágenes y secuencias
de hechos hasta descubrir que sabíamos perfectamente dónde estaba
lo que buscábamos, pero no nos acordábamos.
¡Eureka! La traducción como un descubrimiento pragmático,
por Dinda L. Gorlée
http://www.unav.es/gep/AF/Gorlee.html